jueves, 9 de octubre de 2008

El aburrimiento

Un primo mío, siempre que escuchaba un "me aburro", replicaba con un "orina pollino" y, de pronto, lo abstracto se volvía concreto y ese estado de ánimo que tanto puede dar para filosofar a la manera parda devenía en una imagen tan prosaica, material y hasta ridícula, que a uno se le escapaba la sonrisa, aunque ya lo hubiese oído mil veces. Al menos, yo siempre me imaginaba al asno miccionando, con la cola levantada, un tanto espatarrado y con su cara de burro. Mi primo, la verdad, era genial haciendo juegos de palabras; genial en eso y en muchas otras cosas. Vaya que, con él, no te aburrías nunca.